Al día siguiente vagabundeamos por el mercado de pescado de Jimbarán, impresionante: tiburones, rayas, mantas…después aprovechamos las enormes piscinas del hotel, bendita siesta española, y a visitar mi primer templo en Bali, sagrado y bello, Uluwatu!
El chófer que contrató mi hija con el consiguiente regateo, fue encantador, nos acompañó durante el recorrido y nos explicó las características del templo.
Aluciné con el precioso paisaje que se divisa desde ese acantilado en el que se asienta. Me encantaron los monos, había muchísimos, unos juguetones, otros con cara de pocos amigos, los más, aprovechando descuidos para robar unas gafas, o cualquier cosa brillante que puedas llevar…a falta de cacahuetes…ví como un monito pequeño, casi un bebé destrozaba las gafas de un incauto chino, hasta dejarlas en trocitos.
El chófer que contrató mi hija con el consiguiente regateo, fue encantador, nos acompañó durante el recorrido y nos explicó las características del templo.
Aluciné con el precioso paisaje que se divisa desde ese acantilado en el que se asienta. Me encantaron los monos, había muchísimos, unos juguetones, otros con cara de pocos amigos, los más, aprovechando descuidos para robar unas gafas, o cualquier cosa brillante que puedas llevar…a falta de cacahuetes…ví como un monito pequeño, casi un bebé destrozaba las gafas de un incauto chino, hasta dejarlas en trocitos.
Poco a poco iba descendiendo ese enorme sol de Bali, que en pocos minutos se esconde bajo el mar, dibujando primero todos los colores del arco iris, jugando con las nubes. Impresionantes los atardeceres de Bali, te dejan sin aliento! Eso sí, en cuanto el sol se pone, reina la oscuridad más absoluta, no como en España que el atardecer es muy largo. Claro, estamos en el ecuador, 12 horas de luz y 12 de noche. Curiosísimo.