Para nuestro siguiente destino, nos desplazamos a la localidad de Sanur, en la parte sureste de la isla. Allí cogimos una lancha que nos llevó a una isla cercana, Nusa Lembongan. Mientras esperábamos a poder embarcar, Cristina fue a una caseta diminuta y trajo un cucurucho de papel, con unos fritillos deliciosos con miel, se llaman martabak y están deliciosos.
Cogimos la lancha, y en poco rato llegamos a la isla. El primer vistazo fue una playita en la que atracamos, llena de otras lanchas y barcos y unas embarcaciones curiosísimas que yo no había visto antes. Eran largas y estrechísimas y con una especie de patas a los lados para no volcar. Había mucho movimiento de gente embarcando y desembarcando, y cantidad de turistas preparados para coger la suya e ir a practicar snorkel, submarinismo, u otros deportes acuáticos, ya que el mar en esta isla es muy tranquilo.
Cogimos la lancha, y en poco rato llegamos a la isla. El primer vistazo fue una playita en la que atracamos, llena de otras lanchas y barcos y unas embarcaciones curiosísimas que yo no había visto antes. Eran largas y estrechísimas y con una especie de patas a los lados para no volcar. Había mucho movimiento de gente embarcando y desembarcando, y cantidad de turistas preparados para coger la suya e ir a practicar snorkel, submarinismo, u otros deportes acuáticos, ya que el mar en esta isla es muy tranquilo.

El resort (?) que habíamos elegido estaba en otra parte de la isla, y se nos ocurrió que cargadas con nuestras mochilas podíamos ir andando. Cuesta arriba y con un sol de justicia, llegamos a un cruce, en el que (bendito sea), paró un señor que se ofreció a llevarnos a un módico precio, en una pick up bastante destartalada y en la parte descubierta, habilitados dos bancos de madera. En mitad del camino paró en un hotel, seguro que de algún amigo suyo, a ver si nos gustaba, y decidíamos quedarnos... estábamos cansadas y deshidratadas por la caminata y el viajecito dando tumbos al sol, y la verdad, es que a la vista de la paz ,la piscina, y la habitación que nos enseñaron bien fresquita con el aire acondicionado puesto, nos lo estábamos pensando, pero era caro y no estábamos cerca de la playa, así que declinamos su ofrecimiento y volvimos a la camioneta.
Por fin llegamos al “resort”. Aquello de resort no tenía más que la piscina, la habitación era horrible, olía a alcanfor, el baño indescriptible. A pesar del cansancio y el calor, me negué en redondo a alojarme en ese sitio. Mi hija, agotada, me decía que daba igual, que nos quedáramos, pero yo erre que erre, dije que nanay. Peregrinamos bordeando la playa, hasta que encontramos uno que nos encantó y… sorpresa! El dueño estaba de ceremony, no sabíamos el precio, y a saber cuándo volvería de sus rituales… no había nadie para atendernos, así que fuimos al de al lado, a tomar algo y decidir si esperábamos, y Made, un chico del hotel, nos enseñó una habitación enorme, con una cama enorme, y muebles enormes, el baño no estaba mal y nos dijo que aunque no tenían piscina, la compartían con el que nos había gustado. El precio era asequible, así que nos quedamos.
Nunca supimos a qué hora llegó el dueño del de al lado, pero el nuestro estaba muy bien! Ahí descubrí lo que es un gecko, teníamos al nuestro en las vigas que cruzaban el altísimo techo. Cuando lo oí la primera noche, mi hija se partía de risa viendo la cara de susto que puse y aunque ella me había contado que suelen estar en cada vivienda, no esperaba un canto tan extraño en una especie de salamandra gigante! Aunque me despertaba por la noche, me acostumbré a su gritillo nocturno, así que a dormir tranquila. Con nuestro gecko, no había insectos en la habitación.
Fueron días de relax y descanso, nuestra playa era muy tranquila, el restaurante del hotel estaba muy bien, descubrí como traían y llevaban cosas en esas barquitas estrechas, vimos cantidad de gente recogiendo dentro del mar montones de algas que transportaban en unas cestas en equilibrio sobre su cabeza, la habilidad que tienen pescando a mano los cangrejillos a lo largo de la playa, sacándolos de sus agujeros… en el hotel se ocuparon de traernos una moto de alquiler con sus cascos, recorrimos la isla, encontramos rincones preciosos, en fin, aquí dejé otro poco de mis malditas ansiedades.
Sacamos billetes para volver a embarcar desde allí, hacia el próximo objetivo: las islas Gili
Sacamos billetes para volver a embarcar desde allí, hacia el próximo objetivo: las islas Gili