Al haber salido tan tarde del aeropuerto, cuando llegamos a casa era ya de noche y no pude apreciar mi nuevo reino, cenamos unos sándwiches y enseguida a la cama.
Norma número uno en Bali: dejar las chanclas fuera, para no entrar porquería al suelo de las viviendas, tiendas, etc. No sé si me acostumbraré a ir descalza por toda la casa.
Al día siguiente, pude comprobar que era una villita de dos dormitorios con sus exóticos baños, un gran salón con cocina, con un techo impresionantemente alto de madera y paja totalmente abierto al exterior, que se componía de un mini jardín con su Ganesha, dios de la protección, palmeras y un frangipani (el árbol que más me gusta de Bali, cuyas flores tienen el mejor y más delicado olor que conozco) , una piscina, el inefable templito balinés y un cuartito de lavandería. Fantásticas vistas a unos campos de arroz interminables.
Norma número uno en Bali: dejar las chanclas fuera, para no entrar porquería al suelo de las viviendas, tiendas, etc. No sé si me acostumbraré a ir descalza por toda la casa.
Al día siguiente, pude comprobar que era una villita de dos dormitorios con sus exóticos baños, un gran salón con cocina, con un techo impresionantemente alto de madera y paja totalmente abierto al exterior, que se componía de un mini jardín con su Ganesha, dios de la protección, palmeras y un frangipani (el árbol que más me gusta de Bali, cuyas flores tienen el mejor y más delicado olor que conozco) , una piscina, el inefable templito balinés y un cuartito de lavandería. Fantásticas vistas a unos campos de arroz interminables.
No hay tele, pensé, ni horno, ni microondas, el menaje de cocina es súper básico… A ver cómo me apaño para cocinar con este escasísimo material!
Al menos, la villa tenía incluida limpieza y cambio de sábanas dos veces por semana.
Mis chicos me habían preparado un desayuno estupendo: bol de frutas ya cortaditas, café bien fuerte como a mí me gusta y tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón, que es mi favorita.
Mi primera impresión era un poco confusa… Se puede vivir con tan poco? La villa estaba muy bien, pero acostumbrada a tener mil cosas (por supuesto innecesarias, pero eso no lo sabía aún), no entraba en mi cabeza no empezar a comprar todo lo que me parecía imprescindible, a saber: por supuesto tele, microondas, lámparas de mesa, vajilla, mas cubiertos, estanterías para los baños…
Al menos, la villa tenía incluida limpieza y cambio de sábanas dos veces por semana.
Mis chicos me habían preparado un desayuno estupendo: bol de frutas ya cortaditas, café bien fuerte como a mí me gusta y tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón, que es mi favorita.
Mi primera impresión era un poco confusa… Se puede vivir con tan poco? La villa estaba muy bien, pero acostumbrada a tener mil cosas (por supuesto innecesarias, pero eso no lo sabía aún), no entraba en mi cabeza no empezar a comprar todo lo que me parecía imprescindible, a saber: por supuesto tele, microondas, lámparas de mesa, vajilla, mas cubiertos, estanterías para los baños…
En resumen mi inventario de cocina fue el siguiente:
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Me entraron los siete males, pero no era cuestión de poner el grito en el cielo nada más llegar… Así que dije que “todo perfecto” y ya propondría las compras para otro momento.
Había separado en España, un montón de cajas con “esas cosas” para traer, incluida mi querida thermomix, pero desistí porque salía carísimo, pero pensé en ellas con añoranza al ver semejante escasez!
Bueno, desembalé mi equipaje, Manolo y Cristina habían comprado unas estanterías y unos “burros” de bambú para la ropa, porque el armario (precioso, por cierto) de las habitaciones era poco más que un arcón, deambulé por el pequeño espacio de mi villa y me llevaron a comer a una de la 5 playas que bordean Canggu, a la playa de Batu Belig, que tiene un divertido chiringuito con puff enormes para tomar el sol en una rústica tarima a la orilla del mar. Me pedí un zumo de sandía delicioso, y estuvimos hablando hasta la hora de comer en el mismo chiringo. Estaba aún empachada de la comida del avión, éstos qataríes no paran de “echarte de comer” durante toda la travesía, así que me zampé unos calamares rebozados con salsa tártara y patatas fritas, compartimos una ensalada y al cojín a dormitar un ratito.
Cuando llegamos a casa, un buen baño en nuestra pisci, con un montón de flores de frangipani flotando a mi alrededor!
Cena, partidita de cartas y a dormir. En Canggu todo cierra muy pronto, nada de irte de copas hasta las 3 de la madrugada. Para compensar, la actividad comienza entre las 6 y las 7, aprovechando las horas de luz en la isla. Vaya cambio! Adiós a la vida nocturna.
Bueno, si tenemos añoranza de shopping o marcha, Seminyak está a 20 minutos en moto...
Y que gustito volver a compartir cama, aunque haga calor!!!
Bueno, si tenemos añoranza de shopping o marcha, Seminyak está a 20 minutos en moto...
Y que gustito volver a compartir cama, aunque haga calor!!!