Mi hija tenía que recoger su título por los estudios realizados en la Universidad de Singaraja, antigua capital de Bali, que se encuentra al norte de la isla, así que contratamos a un driver encantador, que nos hizo un pequeño tour camino de Lovina Beach, playa cercana a dicha ciudad.
Visitamos Amed, preciosa localidad donde paramos a descansar en un bonito hotel balinés. De buena gana nos hubiéramos quedado allí una noche pero seguimos ruta y nos encontramos con el Palacio del Agua de Ujung Karangasem, con su espectacular templo construido en 1919 por el Rey para dar la bienvenida a los reyes de otros países. Maravilloso paseo bordeando el lago, por sus caminos interiores y preciosa construcción.
Visitamos Amed, preciosa localidad donde paramos a descansar en un bonito hotel balinés. De buena gana nos hubiéramos quedado allí una noche pero seguimos ruta y nos encontramos con el Palacio del Agua de Ujung Karangasem, con su espectacular templo construido en 1919 por el Rey para dar la bienvenida a los reyes de otros países. Maravilloso paseo bordeando el lago, por sus caminos interiores y preciosa construcción.
Por fin, llegamos a Singaraja, ciudad grande y bien cuidada y en un voleo a Lovina Beach.
El hotel balinés en el que estuvimos me encantó. Con un gran jardín y cottages estratégicamente dispuestos para no molestar ni ser molestado. La piscina genial y el personal encantador. En Lovina descubrí el Bali más auténtico, menos turístico, la gente encantadora. Todo a un paso, no hace falta coger la moto, para ir a comer, a la playa casi sin olas del mar de China con su negra arena o a tomar unas copas en sus pocos bares muy animados, con música en directo. Los supermercados cerca, la farmacia también… un lujo!
Conocí a Apple, un amigo indonesio de mi hija que tiene un warung (restaurante local - Warung Apple) donde prepara el “pepes ikan” (atún cocinado en hoja de banano) mejor del mundo. En Bali, el atún es espectacularmente bueno.
Coincidía con la festividad de San Juan, así que la noche anterior, nos dispusimos para celebrar la noche con los ritos paganos correspondientes. Uno de ellos es echar la clara de un huevo crudo en un recipiente de cristal, y dejarlo a la luz de la luna toda la noche, y por la mañana la clara se ha convertido en un barco de vela… pero claro, esto es Bali, encontrar un recipiente grande de vidrio? Imposible. Hoguera? Tampoco. Con imaginación, compramos un bote grande de plástico con barquillos y lo vaciamos. Para la hoguera, compramos una mini-vela. Antes de las 12, escribimos en un papel lo malo que nos había pasado ese año, y con la vela lo quemamos y saltamos varias veces por encima. Echamos la clara al bote lleno de agua y lo dejamos toda la noche.
Al día siguiente, no sé si por el calor, por el plástico o por las dos cosas, la clara era una especie de huevo duro. Nos partíamos de risa, pero luego miramos en internet a ver que significaba, y ponía que era mal de ojo…. que miedo!
A pocos kilómetros están las piscinas volcánicas de Air Panas. Con sus aguas verdes, están rodeadas de las típicas gárgolas balinesas por donde salen los chorros de agua caliente. Son terapéuticas y muy visitadas por indonesios y bulés (guiris). Da un poco de grima pisar el fondo, pero merece la pena la experiencia. Fantásticas!
El hotel balinés en el que estuvimos me encantó. Con un gran jardín y cottages estratégicamente dispuestos para no molestar ni ser molestado. La piscina genial y el personal encantador. En Lovina descubrí el Bali más auténtico, menos turístico, la gente encantadora. Todo a un paso, no hace falta coger la moto, para ir a comer, a la playa casi sin olas del mar de China con su negra arena o a tomar unas copas en sus pocos bares muy animados, con música en directo. Los supermercados cerca, la farmacia también… un lujo!
Conocí a Apple, un amigo indonesio de mi hija que tiene un warung (restaurante local - Warung Apple) donde prepara el “pepes ikan” (atún cocinado en hoja de banano) mejor del mundo. En Bali, el atún es espectacularmente bueno.
Coincidía con la festividad de San Juan, así que la noche anterior, nos dispusimos para celebrar la noche con los ritos paganos correspondientes. Uno de ellos es echar la clara de un huevo crudo en un recipiente de cristal, y dejarlo a la luz de la luna toda la noche, y por la mañana la clara se ha convertido en un barco de vela… pero claro, esto es Bali, encontrar un recipiente grande de vidrio? Imposible. Hoguera? Tampoco. Con imaginación, compramos un bote grande de plástico con barquillos y lo vaciamos. Para la hoguera, compramos una mini-vela. Antes de las 12, escribimos en un papel lo malo que nos había pasado ese año, y con la vela lo quemamos y saltamos varias veces por encima. Echamos la clara al bote lleno de agua y lo dejamos toda la noche.
Al día siguiente, no sé si por el calor, por el plástico o por las dos cosas, la clara era una especie de huevo duro. Nos partíamos de risa, pero luego miramos en internet a ver que significaba, y ponía que era mal de ojo…. que miedo!
A pocos kilómetros están las piscinas volcánicas de Air Panas. Con sus aguas verdes, están rodeadas de las típicas gárgolas balinesas por donde salen los chorros de agua caliente. Son terapéuticas y muy visitadas por indonesios y bulés (guiris). Da un poco de grima pisar el fondo, pero merece la pena la experiencia. Fantásticas!
Al hilo de la palabra con la que nos denominan los indonesios, bulé, que significa albino, me tronchaba de risa cuando me dijo Cristina que a los negros les llaman bulé goreng, o sea ¡“guiri frito”!
Fuimos a la Universidad a recoger el diploma de mi hija, encantadores los funcionarios, y después de despedirnos, me llevó a un spa, donde te dan un sarong para que te quites tu ropa y estés cómoda y prácticamente tumbada en unos sillones maravillosos, con unas pilas enormes, te lavan la cabeza dándote un masaje que te mueres de gustirrinín. Luego te aplican una mascarilla de aguacate, también con masaje, te envuelven la cabeza con una toalla, te dan otro masaje de espalda y brazos, una taza de té de jengibre picantito, buenísimo, y te vas a la pila otra vez para aclararte. Luego te secan y peinan, todo por unos ¡¡¡3 euros!!! Impresionante.
Fuimos a la Universidad a recoger el diploma de mi hija, encantadores los funcionarios, y después de despedirnos, me llevó a un spa, donde te dan un sarong para que te quites tu ropa y estés cómoda y prácticamente tumbada en unos sillones maravillosos, con unas pilas enormes, te lavan la cabeza dándote un masaje que te mueres de gustirrinín. Luego te aplican una mascarilla de aguacate, también con masaje, te envuelven la cabeza con una toalla, te dan otro masaje de espalda y brazos, una taza de té de jengibre picantito, buenísimo, y te vas a la pila otra vez para aclararte. Luego te secan y peinan, todo por unos ¡¡¡3 euros!!! Impresionante.